Vox y su Juego Peligroso con la Radicalización: Acreditación a los Agitadores Ultras
La reforma en el Congreso para retirar acreditaciones a los ultras revela la hipocresía de una derecha que fomenta el odio en busca del poder, mientras traiciona los principios democráticos.
Por: Dr. Ney Briones Zambrano
Redactor en Substack.
Director ejecutivo Movimiento Pluricultural Quinta Región.
www.drneybriones.com
Introducción: El Juego Sucio de la Derecha, Ayer y Hoy
El reciente paso dado por el Congreso de los Diputados al aprobar una reforma que permite retirar la acreditación a los “agitadores ultras” es un avance crucial en la defensa de la democracia y la integridad de las instituciones. Sin embargo, lo que podría haber sido una victoria para la transparencia se ve empañado por la postura de Vox y PP, quienes se han opuesto a la medida. Este rechazo no solo revela su hipocresía, sino también su incapacidad para priorizar el bienestar democrático sobre su agenda política.
La reforma no es una mera cuestión administrativa; es una respuesta ante la infiltración de actores que, bajo el disfraz de periodistas, han contribuido al envenenamiento del debate político. En lugar de informar, se han dedicado a acosar y desestabilizar a aquellos que no se alinean con la extrema derecha. La verdadera batalla, por lo tanto, no solo es contra los agitadores mediáticos, sino contra la normalización de la desinformación en la política española.
I. La Manipulación de la Información como Arma Política
La desinformación ha emergido como una estrategia fundamental de la ultraderecha. Líderes como Santiago Abascal y medios como Estado de Alarma han recurrido a la mentira y la distorsión como herramientas de polarización y control. Figuras como Javier Negre y Vito Quiles, en lugar de actuar como periodistas objetivos, se han dedicado a sembrar discordia y desinformación, alimentando un clima de desconfianza en las instituciones públicas.
Por ejemplo, en 2020, Javier Negre lanzó una serie de acusaciones infundadas contra varios miembros del Gobierno de Pedro Sánchez, vinculándolos a la corrupción sin pruebas. Este tipo de ataques, más propios de la guerra sucia que de un debate político legítimo, no solo socavan la credibilidad de los afectados, sino que crean un ambiente de desconfianza que da alas a los intereses de la extrema derecha.
II. La Vergüenza del Pacto entre PP y Vox: Un Apoyo a los Agitadores
El apoyo explícito de Vox y PP a estos “falsos periodistas” refleja su apuesta por deslegitimar a la oposición y monopolizar el discurso político, incluso a costa de la verdad y de los principios democráticos. El antiguo líder del PP, Pablo Casado, defendió la "libertad de prensa" sin restricciones, incluso cuando se trataba de medios que propagaban odio y desinformación, lo cual pone en evidencia la contradicción entre sus palabras y sus acciones.
La actitud del PP y Vox hacia los agitadores ultra no solo revela una falta de compromiso con la democracia, sino también una visión de la política como un combate de intereses, donde los fines justifican los medios. Su rechazo a la reforma en el Congreso muestra hasta qué punto están dispuestos a proteger a aquellos que, lejos de contribuir al debate público, buscan destruir la reputación de los opositores.
III. Datos y Ejemplos de la Desinformación de la Ultraderecha
La desinformación no es solo un tema teórico, sino una amenaza palpable con efectos reales. Según un informe de Maldita.es, el 41% de los usuarios en España consumen noticias políticas de fuentes no verificadas, lo que facilita la propagación de fake news y teorías conspirativas. Vox, en 2019, lanzó la campaña #StopMemoriaHistórica, acusando a la izquierda de “rehacer la historia”, utilizando plataformas como Libertad Digital y OK Diario, que sin verificar los hechos amplificaron narrativas distorsionadas.
Este tipo de campañas no solo generan confusión, sino que polarizan aún más a la sociedad, alimentando el odio y la desinformación. Son tácticas que buscan desgastar la credibilidad de la izquierda y promover una versión sesgada de la historia, a costa de la verdad.
IV. La Reforma del Reglamento: Un Primer Paso, No la Solución Definitiva
La reforma aprobada en el Congreso es un paso fundamental, pero no suficiente. Para que esta medida sea efectiva, debe ir acompañada de una legislación más rigurosa que regule las plataformas digitales y los medios de comunicación, exigiendo responsabilidad y transparencia en la información que difunden. La libertad de expresión no puede ser el pretexto para la difusión de mentiras que perjudiquen la democracia.
Este paso debe ser solo el principio. Es necesario legislar de forma más estricta en relación con la desinformación, no solo en el Parlamento, sino también en los espacios digitales. Los partidos políticos y los medios deben ser responsables de los contenidos que distribuyen y entender que el derecho a la libertad de expresión no incluye la mentira.
V. ¿Hasta Cuándo Toleraremos el Acoso como Estrategia Política?
El acoso político, bajo la falsa bandera de la libertad de expresión, se ha convertido en una herramienta esencial para la ultraderecha. Vox y PP utilizan a los “falsos periodistas” para crear un clima de miedo, desconfianza y polarización. Este tipo de ataques no solo deteriora la reputación de los individuos afectados, sino que mina la base misma de nuestra democracia.
Si permitimos que este tipo de acoso se institucionalice, no solo perderemos el debate político como lo conocemos, sino que también corremos el riesgo de que las instituciones democráticas se conviertan en objetos de manipulación y control. Es fundamental que no cedamos ante la desinformación que amenaza con destruir nuestras libertades.
VI. Reflexión Final: La Necesidad de Defender el Debate Democrático y la Prensa Responsable
La reforma del reglamento en el Congreso es un avance positivo, pero debe ser solo el inicio de un esfuerzo más amplio para erradicar la desinformación y proteger la integridad de nuestras instituciones democráticas. Debemos ser vigilantes y comprometidos con una democracia que valore la verdad, la pluralidad y el respeto por el debate libre.
La desinformación no es solo un enemigo de la democracia, sino también un enemigo de la verdad misma. Si la lucha por la verdad se convierte en un campo de batalla de intereses políticos, corremos el riesgo de perder algo mucho más valioso: la credibilidad de nuestras instituciones, el respeto por el debate plural y la libertad de expresión.
Conclusión: Una Larga Batalla por la Verdad y la Democracia
El camino hacia una democracia libre de desinformación y manipulación será largo y lleno de obstáculos. La reforma del reglamento en el Congreso es solo el primer paso en un proceso que debe ser más profundo y estructural. No podemos permitir que la ultraderecha continúe utilizando el odio y la mentira como herramientas para su ascenso al poder.
Es imperativo que los ciudadanos sigamos luchando por una democracia basada en la verdad, el respeto y la ética. En este contexto, la prensa no puede seguir siendo cómplice de aquellos que buscan destruir el debate democrático. La tarea es de todos: no dejemos que el odio, la desinformación y la manipulación ganen la batalla por el futuro de nuestro país.
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