Ultras contra la verdad: el ataque fascista al periodista Román Cuesta
Cuando la extrema derecha responde a la investigación con golpes, gas pimienta y cobardía
Contextualización
El pasado fin de semana, el periodista Román Cuesta, colaborador de Diario Red, fue agredido a las puertas de su domicilio. Tres ultraderechistas lo esperaban en la calle: lo golpearon y lo rociaron con espray de pimienta mientras regresaba con su mujer. No fue un ataque casual, sino la consecuencia de su trabajo periodístico: Cuesta lleva años investigando y revelando la identidad de perfiles anónimos vinculados a la extrema derecha, responsables de difundir bulos, amenazas y mensajes de odio en redes sociales.
El periodista ha denunciado a los agresores y ha identificado a dos de ellos: Sheila Muñoz y Pedro Bayonas, este último vinculado a Vox, partido en el que fue candidato en las elecciones municipales de 2019 en un municipio de Girona. La agresión se suma a las amenazas que Cuesta ya había recibido en el pasado, confirmando que los sectores ultras no toleran la exposición pública de sus redes de intoxicación digital.
No se trata, por tanto, de un simple altercado, sino de un ataque político contra la libertad de prensa y el derecho a investigar.
I. El periodismo como objetivo de los ultras
La agresión a Román Cuesta no es aislada: forma parte de un patrón. Periodistas, activistas y defensores de derechos humanos llevan años señalando el incremento de violencia organizada contra quienes cuestionan el relato de la extrema derecha.
El periodismo de investigación, sobre todo cuando desnuda la estrategia del anonimato digital, resulta insoportable para quienes basan su influencia en la mentira y el miedo. Poner nombres y apellidos a los perfiles que insultan y amenazan desde la sombra significa romper su escudo de impunidad. Y eso es lo que Cuesta viene haciendo con rigor.
II. Violencia cobarde: del teclado a la emboscada
Los agresores actuaron con premeditación. Lo esperaron en la calle, en grupo, y lo atacaron cuando estaba acompañado de su mujer. Esa es la “valentía” de los ultras: se esconden tras pantallas cuando no pueden organizarse, y cuando lo hacen, recurren al ataque en manada.
No existe ninguna épica en la ultraderecha: lo suyo es la cobardía organizada, el anonimato digital y la intimidación física. A falta de argumentos, solo saben responder con odio, violencia y brutalidad.
III. Vox y la normalización del odio
Uno de los agresores identificados fue candidato de Vox. Aunque el partido niegue vínculos con estas prácticas violentas, es evidente que su discurso político ha contribuido a normalizar el odio y la intolerancia en la sociedad española.
Vox ha construido su identidad política sobre el señalamiento: migrantes, feministas, independentistas, periodistas, ecologistas… cualquiera puede convertirse en “enemigo” de su proyecto. Y cuando se abre esa puerta, no todos los seguidores se quedan en la retórica: algunos cruzan la frontera de la violencia física. La agresión contra Cuesta es, en ese sentido, una consecuencia lógica de un ecosistema alimentado desde la tribuna política.
IV. El anonimato digital como arma de manipulación
Las redes sociales han sido el campo de cultivo de la extrema derecha. Desde allí difunden bulos, linchan a opositores y fabrican narrativas falsas. El anonimato digital es el escudo perfecto para la impunidad, pero también el terreno donde se radicalizan comunidades enteras.
Román Cuesta ha desenmascarado a varios de estos perfiles, desmontando la supuesta “ciudadanía espontánea” que en realidad responde a estrategias coordinadas de intoxicación y odio. Su labor, en consecuencia, es peligrosa para quienes viven de ese negocio de la mentira.
Por eso lo agreden: porque les arranca la máscara.
V. Libertad de prensa o silencio impuesto
La agresión a un periodista no es solo un acto violento contra una persona: es un intento de amedrentar a todo el periodismo crítico. Cuando un reportero se convierte en objetivo por investigar, lo que está en riesgo es el derecho ciudadano a la información veraz.
Cada golpe a Cuesta es un golpe a la democracia. Porque una prensa atemorizada es una sociedad condenada al silencio. Y ese es el sueño de todo proyecto autoritario: eliminar al mensajero para controlar el mensaje.
VI. Una advertencia para la sociedad
Hoy el blanco es Román Cuesta. Mañana podría ser cualquier periodista, activista o ciudadano que se atreva a cuestionar los dogmas ultras. El fascismo no regresa de repente; se instala poco a poco, cuando toleramos agresiones como si fueran incidentes aislados.
El caso Cuesta debe ser una llamada de alarma: si no defendemos la prensa libre y la crítica abierta, lo que perdemos no es solo seguridad, sino democracia.
Conclusiones
La agresión a Román Cuesta evidencia cómo la ultraderecha española transita del insulto en redes a la violencia física. Es la consecuencia directa de un clima político envenenado por discursos que normalizan el odio y que encuentran eco en formaciones como Vox.
Frente a ello, la sociedad tiene dos caminos: callar y acostumbrarse, o reaccionar y defender la libertad de prensa como pilar democrático. Porque la pregunta ya no es si toleramos a la ultraderecha, sino si estamos dispuestos a vivir en un país donde las ideas se debaten o se imponen a golpes.
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Bibliografía consultada
Diario Red: cobertura de la agresión contra Román Cuesta (2025).
Amnistía Internacional (2024): Informe sobre violencia política y ataques contra periodistas en Europa.
Reporteros Sin Fronteras (2024): Índice Mundial de Libertad de Prensa.
Estudios académicos sobre discurso de odio y redes sociales en España (UAB, UCM).
✍️ Dr. Ney Briones Zambrano
Director Ejecutivo Movimiento Pluricultural Quinta Región
Redactor Red Conecta Ecuador Noticias / Substack
🔎 Nota legal:
Este artículo de opinión se basa en la información publicada en medios de comunicación y fuentes abiertas disponibles hasta la fecha de redacción. Los hechos mencionados están sujetos a investigación judicial y podrían ampliarse o modificarse conforme avancen las diligencias. El autor no se hace responsable de interpretaciones distintas a las aquí expresadas, cuyo propósito es reflexionar y generar debate ciudadano en defensa de la libertad de prensa y la democracia.