Paridad enterrada: ADN, Noboa y la Asamblea contra las mujeres del Ecuador
Un voto silencioso, una traición ruidosa: cómo el oficialismo desmanteló décadas de lucha por la equidad política
El retroceso no se anuncia: se vota en silencio
En una noche cualquiera —de esas en que la Asamblea Nacional legisla al amparo de la indiferencia ciudadana— el oficialismo de Daniel Noboa, ese mismo que se pasea por Europa mientras el país se desangra, decidió dar un golpe bajo, silencioso y cobarde, a las mujeres del Ecuador.
No con discursos altisonantes, no con arengas misóginas explícitas, sino con lo que más duele: con votos.
Eliminando la paridad de género obligatoria en las listas de candidatos, el bloque oficialista de Acción Democrática Nacional (ADN), en alianza con sus ya habituales cómplices legislativos, decidió que la participación política de las mujeres ya no es una prioridad. Que el acceso de ellas a los espacios de poder es un lujo prescindible. Que los avances construidos con décadas de lucha, movilización y sacrificio pueden ser revertidos por un simple “sí” en el pleno.
Así, sin más.
El progresismo de cartón
La ironía es brutal. ADN, que se vende como una plataforma de “renovación” y “juventud”, demuestra ser más rancia que los partidos tradicionales a los que finge criticar. Porque en lugar de promover una democracia más equitativa y representativa, opta por desmantelar una de sus pocas conquistas: la paridad de género. ¡Y eso en pleno siglo XXI!
Daniel Noboa, que en campaña lucía sonriente junto a mujeres emprendedoras y hablaba de oportunidades, ahora lidera un gobierno que les cierra la puerta a esas mismas mujeres cuando quieren entrar al poder político.
Hipocresía con corbata, cinismo con maquillaje digital.
Retroceder 20 años en 20 segundos
Con esta reforma, la Asamblea Nacional ha desmontado un principio fundamental: que la democracia no es solo contar votos, sino contar con todos. Y eso incluía hasta ahora a las mujeres.
Ecuador no tenía aún una democracia paritaria, pero iba en camino. Ahora, gracias al oficialismo y sus aliados, hemos decidido que ese camino ya no vale la pena recorrerlo. Que la política debe seguir siendo un club de caballeros donde las mujeres, si quieren entrar, deben pedir permiso o ganarse un “espacio” a pulso, porque la ley ya no las protege.
¿Es eso lo que llamamos progreso? ¿Es esa la “nueva política” que ofrecía ADN?
¿Una política más desigual, más excluyente, más masculina?
No es técnica: es ideología
Los voceros del gobierno dirán que esta reforma responde a un criterio “técnico”, que las cuotas son innecesarias, que las mujeres pueden competir “en igualdad de condiciones”.
¿Igualdad, señores? ¿La de un país donde solo el 30% de alcaldías están en manos de mujeres?
¿La de una política donde los partidos siguen manejados por cúpulas de hombres, para hombres y entre hombres?
Las cuotas de género no son un capricho. Son un instrumento correctivo frente a siglos de exclusión estructural. Son una respuesta política a una realidad desigual. Eliminarlas no es neutral: es profundamente ideológico.
Y el mensaje es claro: para este gobierno, la equidad no es prioridad.
Las mujeres estorban… al poder patriarcal
Este retroceso revela un miedo ancestral: el de compartir el poder. Porque no se trata solo de escaños. Se trata de voz, de decisión, de presencia. Y a la élite política ecuatoriana —esa que ADN representa sin complejos— le incomoda profundamente que las mujeres tengan cada vez más poder.
Prefieren verlas de candidatas de relleno, de vicealcaldesas decorativas, de suplentes eternas.
Eliminar la paridad no es una medida técnica: es un intento de restaurar el monopolio masculino del poder. Es una forma de decirle a las niñas ecuatorianas que la política no es para ellas. Que si sueñan con ser legisladoras, tendrán que hacerlo sin garantías, sin leyes que les den piso, sin partidos que las respeten.
¿Y las asambleístas oficialistas? Bien, gracias
Una nota especial merece la actuación de las mujeres que, desde el oficialismo, votaron a favor de este retroceso.
La política también tiene traiciones de género. La sumisión disfrazada de disciplina partidaria. La complicidad que se maquilla de “lealtad”.
Es doloroso ver a mujeres elegidas gracias a las cuotas votar contra las cuotas. Es como ver a quien subió por la escalera destruirla cuando llega arriba.
Es una traición no solo a su género, sino a las generaciones futuras que ya no tendrán esa escalera.
Conclusión: la lucha sigue, aunque duela
Esta no es una columna para cerrar con esperanza barata.
Lo que ha hecho la Asamblea es grave. Es doloroso. Es indignante. Y debe ser denunciado con fuerza.
Pero también debe ser recordado.
El 2025 debe ser un año de memoria: recordemos quiénes votaron para excluir a las mujeres. Quiénes dijeron que la equidad era un estorbo. Quiénes destruyeron años de avance feminista en una noche de sesión sin gloria.
Y recordémoslo con nombres y apellidos.
Porque la lucha por la paridad, como toda lucha por la justicia, es larga, difícil y llena de obstáculos.
Pero no se detiene por una traición parlamentaria.
Se detiene solo cuando dejamos de pelear. Y no vamos a hacerlo.
Dr Ney Briones Zambrano.
Redactor Ecuador conecta noticias en substack.
Director ejecutivo Movimiento pluricultural Quinta Región.
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