¿Magia o negación? El país encantado de Anabella Azin
🟠 Mientras Ecuador vive su peor crisis de violencia, la madre del presidente habla de un país “maravilloso y mágico”. ¿Ingenuidad política, desconexión con la realidad o simple marketing oficialista?
El pasado 13 de mayo, en la sesión inaugural de la nueva Asamblea Nacional, la asambleísta oficialista de ADN y madre del presidente Daniel Noboa, Anabella Azin, ofreció un discurso que pasará a los anales del realismo mágico ecuatoriano:
“Algo maravilloso y mágico está ocurriendo… Se respira tranquilidad, poder contagioso y libertad”.
Sí, leyó bien. Tranquilidad. Poder contagioso. Libertad. Palabras pronunciadas no desde una montaña zen, sino desde el mismísimo Palacio Legislativo, en un país donde cada día amanece con muertos en las calles, secuestros al por mayor y una ciudadanía sumida en el miedo.
¿A qué país se refería la señora Azin? ¿Hablaba del Ecuador o de un universo paralelo habitado por unicornios blindados y bandas criminales que reparten flores en lugar de balas?
La magia de sobrevivir
Desde ese 13 de mayo hasta hoy, 19 de mayo, lo "mágico" en el país ha sido, si acaso, la capacidad de sobrevivir cada jornada entre balaceras, secuestros exprés, extorsiones y asesinatos selectivos.
En la provincia de Bolívar, San José del Tambo, cantón Chillanes, por ejemplo, ayer se reportó una nueva masacre en un night club, donde fallecieron 5 personas y cuatro resultaron heridas; en el recinto Salapí, del cantón Buena Fe, provincia de Los Ríos, también se reportó el sicariato de un conductor. En Quito, Guayaquil y Esmeraldas, los crímenes no se detienen, y los secuestros se multiplican en redes sociales sin que nadie los frene.
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Una simple revisión de los titulares recientes desmonta el espejismo oficialista:
“Cinco asesinatos en menos de 24 horas en Guayaquil.”
“Secuestros a plena luz del día en Quito y Manta.”
“Niños alcanzados por balas perdidas en Esmeraldas.”
“Nuevas masacres sacuden Bolívar y Manabí.”
Dos años de sangre
En casi dos años de gobierno, Daniel Noboa ha presidido una de las etapas más sangrientas de la historia reciente del Ecuador. Las tasas de homicidio han alcanzado niveles nunca vistos, superando los 200 por cada 100.000 habitantes en zonas como Durán, Esmeraldas o Los Ríos. Fiscales, periodistas, políticos y ciudadanos comunes han sido asesinados a plena luz del día.
Y mientras el país se desangra, el oficialismo insiste en un relato idílico donde todo se arregla con cancioncitas de campaña, spots y discursos de madre orgullosa.
Azin habla de poder contagioso, pero en los barrios lo que contagia es el miedo.
Habla de libertad, pero la gente teme salir de sus casas.
Habla de tranquilidad, pero hay ciudades completas bajo toques de queda no declarados.
¿Desconexión o cálculo?
La señora Azin, médica de profesión y vieja conocedora del sistema político, sabe bien cómo funciona la percepción pública. Sabe que repetir una mentira muchas veces puede hacerla parecer verdad. Y también sabe —aunque no lo diga— que a veces la omisión frente al crimen organizado termina funcionando como un “diálogo” tácito.
Pero lo que no puede —o no quiere— aceptar es que el gobierno de su hijo ha fallado.
Ha fallado en proteger a su pueblo.
Ha fallado en ofrecer respuestas.
Ha fallado en no mentir.
El arte de mentir sin sonrojarse
Las reacciones al discurso de Azin no tardaron: críticas, memes, parodias y una pregunta que cada vez se repite más, incluso entre sus propios coidearios y simpatizantes, quienes ya no saben cómo justificar un discurso que simplemente no se relaciona con la realidad nacional:
¿En qué país paralelo vive la familia presidencial?
¿O acaso no lo vive, sino simplemente lo niega?
Frente al cinismo oficial, solo queda la memoria, la dignidad y la denuncia.
Porque sí: algo mágico está ocurriendo.
Pero no es el renacer del Ecuador.
Es el arte oficialista de mentir sin sonrojarse.
📌 Publicado por: Dr. Ney Briones Zambrano
Director Ejecutivo –Movimiento Pluricultural Quinta Región.
Editor de Ecuador Conecta Noticias.