Los sueños de bata blanca que se estrellan con la burocracia e ignorancia gubernamental
Médicos jóvenes en Ecuador: talento desperdiciado entre corrupción, sobreoferta y el amargo Decreto 57
Contextualización
Cada día, en algún rincón de Ecuador, un joven con bata blanca, tras años de sacrificios, se enfrenta a la cruda realidad: la falta de plazas laborales. Esta paradoja no es solo administrativa, sino humana. Se han invertido años de esfuerzo académico y personal, solo para enfrentarse a la frialdad de un sistema incapaz de garantizar oportunidades dignas para los profesionales de la salud. El trabajo de médicos recién graduados debería estar garantizado en un país con enormes carencias en su sistema de salud pública. Sin embargo, estos jóvenes, tras culminar sus estudios, ven cómo sus esfuerzos se ven opacados por la corrupción, la falta de planificación del gobierno y la competencia desmesurada derivada de la sobreoferta educativa.
Este panorama empeora aún más con la firma del Decreto 57 por parte del presidente Daniel Noboa, que, en lugar de ofrecer soluciones, perpetúa las fallas estructurales en el sector salud y la precarización del trabajo médico. El decreto, en muchos aspectos, es un paso atrás, no solo en términos de empleabilidad, sino también en la calidad del sistema público de salud.

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I. Sobreoferta educativa: un exceso de promesas rotas
La proliferación descontrolada de facultades de medicina es una realidad incuestionable en Ecuador. Con cada año que pasa, las universidades abren más puertas a los aspirantes, pero el mercado no es capaz de absorberlos. El país está formando médicos que, a pesar de recibir educación académica de calidad, encuentran pocas opciones para desarrollar su carrera dentro del sistema público de salud. Esta sobreoferta se produce en un contexto de creciente necesidad de profesionales de la salud, especialmente en áreas rurales, donde la carencia de médicos es aún más evidente.
Según cifras de la Federación Médica Ecuatoriana, Ecuador produce anualmente más de 3,000 médicos, pero las vacantes en hospitales públicos no superan las 200. Si bien es cierto que la demanda de servicios médicos está aumentando, la oferta educativa no ha sido acompañada de una planificación adecuada ni de una expansión correspondiente de los puestos de trabajo. Este desajuste genera un éxodo de jóvenes médicos que ven cómo sus años de sacrificio no se traducen en oportunidades laborales.
II. La corrupción: un enemigo oculto, pero omnipresente
La corrupción es, sin duda, uno de los factores que perpetúa la injusticia en el acceso a los puestos laborales en el sector público. Las denuncias sobre el tráfico de influencias en los concursos de ingreso a hospitales y clínicas públicas son frecuentes. Médicos con menos experiencia o formación pueden acceder a vacantes por el simple hecho de tener conexiones, mientras que otros, más capacitados, quedan relegados a la espera de una oportunidad que nunca llega.
No es raro escuchar historias de médicos que, tras pasar por una dura formación académica, deben recurrir a sobornos o favores personales para conseguir una plaza pública. Esta situación no solo es indignante, sino que refleja una falla estructural en un sistema que se dice democrático y meritocrático, pero que en la práctica está plagado de corrupción.

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III. Precarización laboral: la amarga realidad en el sector privado
En el sector privado, los jóvenes médicos tampoco encuentran un refugio adecuado. Muchos terminan trabajando en condiciones laborales precarias: contratos temporales, sueldos bajos, sin acceso a seguro social o prestaciones mínimas. Es un modelo laboral que perpetúa la explotación y convierte la vocación en una mera transacción económica.
Las condiciones de trabajo no solo afectan la estabilidad financiera de los médicos jóvenes, sino que también ponen en riesgo la calidad de la atención médica que ofrecen. Médicos obligados a trabajar en múltiples consultorios, en turnos interminables y sin la adecuada remuneración, terminan con niveles altos de agotamiento y estrés, lo que no solo afecta su salud mental y emocional, sino también la calidad del servicio que pueden brindar a los pacientes.
IV. La falta de planificación estatal: un sistema de salud al borde del colapso
La planificación estatal en cuanto a recursos humanos en salud es casi inexistente. El país atraviesa una crisis de salud pública donde la carencia de médicos es uno de los principales problemas, especialmente en áreas rurales y marginales. Sin embargo, el gobierno no ha sido capaz de crear una estructura que permita a los jóvenes médicos distribuirse de manera equitativa en las zonas más necesitadas, ni ha generado suficientes plazas para satisfacer las necesidades del sistema de salud.
El Ministerio de Salud Pública ha hecho algunos intentos por mejorar esta situación, pero la falta de continuidad en las políticas, junto con la escasa inversión en infraestructura hospitalaria, sigue siendo un obstáculo. Es urgente que el gobierno establezca políticas claras que permitan una distribución equitativa de médicos a lo largo del país y que ofrezcan estabilidad laboral para quienes decidan comprometerse con la salud pública.

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V. Decreto 57: El golpe final a la esperanza
El Decreto Ejecutivo 57, que fue firmado por el presidente Daniel Noboa en 2025, ha sido un golpe directo para los médicos jóvenes en el país. Este decreto, que regula el empleo en el sector público, establece condiciones aún más restrictivas para acceder a las vacantes disponibles. En lugar de solucionar la falta de plazas y la corrupción en los procesos de selección, el Decreto 57 solo refuerza las estructuras burocráticas y otorga más poder a un sistema que ya está colapsado.
Este decreto amenaza no solo con la eliminación de puestos de trabajo, sino con la creación de un ambiente de incertidumbre y temor entre los médicos. En lugar de brindar una solución a los problemas estructurales del sector salud, parece ser una medida diseñada para simplificar los despidos y justificar una política de recortes en el ámbito laboral.

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VI. El éxodo de la esperanza: emigrar o sobrevivir
El éxodo de médicos ecuatorianos hacia otros países en busca de mejores condiciones de trabajo y oportunidades de desarrollo profesional es una realidad que ha venido creciendo en los últimos años. Muchos jóvenes médicos, frustrados por la falta de oportunidades en su país, optan por emigrar a países como España, Argentina, Chile o México, donde el reconocimiento profesional y las condiciones laborales son mucho mejores.
Este éxodo de talentos no solo empobrece a los médicos, sino que también debilita aún más el sistema de salud de Ecuador. En lugar de contar con médicos formados en su propio país, Ecuador se ve obligado a depender de médicos extranjeros para cubrir vacantes en hospitales y centros de salud. Esto no solo es un desperdicio de recursos humanos, sino también una pérdida irreparable para el futuro del sistema sanitario ecuatoriano.

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Conclusión
Ecuador no puede seguir permitiendo que la corrupción, la sobreoferta educativa y la falta de planificación estatal sigan arruinando las vidas de miles de jóvenes médicos. Es esencial que el gobierno actúe de inmediato para:
Crear más plazas públicas para médicos, especialmente en áreas rurales y desatendidas.
Garantizar concursos transparentes y justos para acceder a esas plazas, sin la intervención de padrinos ni sobornos.
Reformar la educación médica, regulando la cantidad de facultades y los cupos para evitar la sobreoferta.
Establecer condiciones laborales dignas en el sector privado para que los médicos no sean explotados.
Derogar el Decreto 57, que solo perpetúa el caos y la inestabilidad laboral.
Si no se toman medidas inmediatas, Ecuador perderá el talento necesario para transformar su sistema de salud y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Los médicos jóvenes no deben ser los sacrificados en este juego político. Son ellos quienes, con su dedicación, pueden ser la esperanza de un futuro mejor para la salud pública de Ecuador.

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Dr. Ney Briones Zambrano
Director Ejecutivo del Movimiento Quinta Región
www.drneybriones.com