La política de los incendios: Suárez-Quiñones, reprobado pero blindado por Mañueco
Cuando el humo nubla la política y los culpables se esconden tras las llamas
Contextualización
Castilla y León vuelve a estar marcada por el fuego. No hablamos solo de los bosques arrasados por los incendios forestales del verano, sino también del incendio político que ha provocado la gestión de la Consejería de Medio Ambiente.
El protagonista: Juan Carlos Suárez-Quiñones. Tras 28 días desaparecido de las Cortes, el consejero reapareció envuelto en críticas y con una oposición sin concesiones. El PSOE pidió formalmente su dimisión y promovió su reprobación parlamentaria, que fue aprobada con los votos de UPL-Soria ¡Ya! y el Grupo Mixto. Vox se abstuvo y el PP, fiel al guion, votó en contra.
El resultado: el consejero ha sido políticamente desautorizado, pero el presidente Alfonso Fernández Mañueco, lejos de apartarlo, lo blindó con un escueto y contundente: “Sí, le apoyo”. Un gesto que convierte la reprobación en un trámite simbólico y que demuestra que, en la política de Castilla y León, la lealtad pesa más que la responsabilidad.
I. El incendio político detrás de las llamas reales
Cada verano, Castilla y León sufre incendios que devastan miles de hectáreas, ponen en riesgo a los pueblos y evidencian la fragilidad del sistema de prevención y extinción. Pero este año, el fuego no se limitó a los montes: también consumió la credibilidad de la Consejería de Medio Ambiente.
Las acusaciones de la oposición son claras: falta de previsión, ausencia de coordinación y nula capacidad de reacción. El PSOE lo resumió con contundencia: “No se puede gestionar los incendios como si fueran soplar velas de cumpleaños”.
II. El silencio como estrategia de gobierno
Durante casi un mes, Suárez-Quiñones no apareció en las Cortes. No dio explicaciones públicas, no asumió errores, no habló con la ciudadanía. Cuando por fin lo hizo, se limitó a decir: “No estaba escondido, estaba trabajando”.
Una frase que pretende sonar firme, pero que revela lo contrario: la incapacidad de comprender que la gestión política exige transparencia y rendición de cuentas. En democracia, no basta con trabajar; hay que explicar, dar la cara y escuchar a quienes sufren las consecuencias.
III. La oposición unida y Vox en tierra de nadie
La votación parlamentaria dejó una imagen nítida: toda la oposición unida contra el consejero. PSOE, UPL-Soria ¡Ya! y Grupo Mixto votaron en bloque por la reprobación. Vox eligió la abstención, esa cómoda indefinición que le permite jugar a dos bandas sin mojarse del todo.
Mientras tanto, el PP defendió a su consejero con el argumento de que todo era una “cacería política” y que la oposición había inventado un relato de “caos” y “descoordinación”. Pero el caos no es un invento: lo vivieron los vecinos que vieron el fuego acercarse a sus casas, los agricultores que perdieron tierras y los brigadistas que reclamaban más medios.
IV. La arrogancia como escudo
En política, reconocer errores no es un signo de debilidad, sino de madurez democrática. Sin embargo, Suárez-Quiñones prefirió la arrogancia: ni un atisbo de autocrítica, ni una palabra de disculpa, ni un plan concreto para el futuro.
Su discurso fue un manual de cómo convertir la soberbia en estrategia: negar la evidencia, minimizar los problemas y repetir que todo se hizo correctamente. Una respuesta que indigna a quienes saben que la falta de medios y de previsión fue tan real como las llamas que arrasaron sus montes.
V. Mañueco: el blindaje del presidente
Cuando el Parlamento reprueba a un consejero, lo lógico sería que el presidente reflexione y evalúe su continuidad. Pero Alfonso Fernández Mañueco no dudó: cerró filas en segundos con su consejero, ignorando la voz del Parlamento y la de la ciudadanía afectada.
Con un “Sí, le apoyo”, transformó un problema político en una cuestión de disciplina partidaria. En Castilla y León, parece que el fracaso en la gestión no es motivo suficiente para perder un cargo: lo único que cuenta es la fidelidad al líder.
VI. Democracia en llamas
Los incendios forestales destruyen bosques, pero los incendios políticos destruyen algo aún más valioso: la confianza ciudadana.
Cuando un consejero desaparece en plena crisis, cuando la oposición necesita clamar para que alguien escuche, y cuando el presidente blinda a su consejero pese a una reprobación parlamentaria, lo que arde es la credibilidad de las instituciones.
El mensaje a la ciudadanía es demoledor: los errores no se pagan, la responsabilidad se diluye y la política se convierte en un teatro donde los actores protegen su papel aunque el escenario esté en ruinas.
Conclusión
La reprobación de Suárez-Quiñones no es un gesto vacío: es un síntoma de cómo funciona la política en Castilla y León. Un consejero incapaz de dar la cara, un presidente que prefiere blindar antes que corregir, y un Parlamento que, pese a unir voces contra la mala gestión, ve cómo sus decisiones son ignoradas.
Castilla y León necesita responsables que actúen con previsión, transparencia y humildad. Pero mientras la política siga tratándose como un cortafuegos de intereses partidistas, serán los ciudadanos —y los bosques— los que paguen las consecuencias.
Bibliografía
Diario de Sesiones de las Cortes de Castilla y León, septiembre 2025.
El País: Las Cortes reprueban a Suárez-Quiñones con la unión de toda la oposición y la abstención de Vox.
El Norte de Castilla: El consejero de Medio Ambiente reaparece tras 28 días y defiende su gestión.
Agencia EFE: El PSOE exige la dimisión del consejero de Medio Ambiente por la gestión de los incendios.
✍️ Dr. Ney Briones Zambrano
Red Conecta Ecuador Noticias / Substack
Director Ejecutivo del Movimiento Pluricultural Quinta Región