"La Masacre de La Guayas (El Empalme): Cuando la Mentira Gobierna sobre la Sangre Derramada"
"El gobierno de Noboa insiste en que las cosas están mejorando, pero la violencia en Ecuador sigue cobrando vidas, mientras el país se hunde en la impunidad y el abandono."
Contextualización
Este 27 de julio, la Parroquia La Guayas, en el cantón El Empalme, provincia de Guayas, fue escenario de una masacre que dejó 17 personas muertas y más de 11 heridas. Este ataque se suma a una larga lista de crímenes que azotan a Ecuador, un país que se ve incapaz de controlar la violencia desbordada. A pesar de ello, el presidente Daniel Noboa sigue insistiendo en que el país está mejorando, un discurso que contrasta violentamente con la realidad de las familias que cada día enfrentan el terror en las calles.
El gobierno de Noboa ha decidido pintar una falsa imagen de estabilidad, aplaudiendo esfuerzos que no logran frenar el avance del crimen organizado y las bandas de narcotráfico que operan con total impunidad. La tragedia de La Guayas no es un caso aislado; es solo el último capítulo de un país sumido en el caos, mientras las autoridades siguen negando la magnitud del problema.

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I. La Violencia como Realidad Diaria
Lo que ocurrió en La Guayas es un recordatorio doloroso de que la violencia en Ecuador ya no es una excepción, sino una constante. En lugar de erradicarse, las masacres se han multiplicado, afectando cada vez más a la población civil. Este fenómeno tiene múltiples causas, desde la pobreza y la falta de oportunidades hasta la creciente presencia del crimen organizado en casi todas las regiones del país. Sin embargo, el gobierno de Noboa parece estar completamente desconectado de esta realidad. Mientras las cifras de muertes violentas se disparan, el discurso oficial sigue hablando de "progresos", sin una estrategia clara ni efectiva.
II. La Hipocresía del Gobierno
El presidente Noboa, en su discurso del 16 de julio en Esmeraldas, expresó que "la situación está mejorando" y que "la seguridad está bajo control". Pero si observamos la situación en el terreno, la única realidad que se muestra es la de un país desbordado por el crimen, donde el miedo y la inseguridad se han convertido en compañeros cotidianos. ¿Qué progreso está viendo el presidente? En un país donde cada día mueren decenas de personas, donde los ciudadanos viven enclaustrados en sus casas, ¿Cómo se puede hablar de mejoras? Es una burla a las víctimas y a todos aquellos que cada día sufren las consecuencias de un gobierno que se aferra a la mentira.
III. El Fracaso de las Estrategias de Seguridad
La estrategia de seguridad del gobierno ha sido incapaz de frenar el avance de las organizaciones criminales. La política de "mano dura" ha resultado ineficaz, y las fuerzas de seguridad, lejos de ser un pilar de protección, a menudo parecen estar en desventaja ante los criminales que operan con total libertad. El gobierno ha fracasado en implementar políticas de seguridad a largo plazo y ha optado por medidas paliativas que no resuelven el fondo del problema: la corrupción, la falta de recursos y una justicia que no llega a todos. Los ciudadanos se sienten cada vez más impotentes, mientras las autoridades siguen repitiendo el mismo discurso vacío.
IV. La Complicidad del Estado
Cuando hablamos de la “complicidad del Estado”, no nos referimos a una colaboración directa, sino a la inacción y la desidia gubernamental frente a la crisis de seguridad. El gobierno de Noboa, en lugar de enfrentarse a los grupos criminales y erradicar la corrupción que alimenta la violencia, ha optado por soluciones temporales que nunca abordan las causas profundas del problema. La falta de una política integral para combatir el narcotráfico, la insuficiencia en la reforma del sistema judicial y la débil actuación de las fuerzas de seguridad demuestran una clara falta de voluntad para cambiar las cosas. Esta omisión no es inocente; al no intervenir de manera decidida, el Estado facilita, de forma indirecta, el accionar de las bandas criminales. La complicidad aquí es la de un gobierno que prefiere mantener la calma política antes que asumir la responsabilidad de poner en marcha políticas efectivas que frenen la violencia. Es un acto de negación de la realidad, una preferencia por mantener la apariencia en lugar de enfrentar la verdadera crisis.
V. El Despertar de la Conciencia Popular
Los ciudadanos ecuatorianos ya no pueden permitirse la pasividad. La masacre de La Guayas, como otras anteriores, debe ser un punto de inflexión. La población necesita entender que no solo son las autoridades las que deben tomar acción, sino que también la sociedad civil debe movilizarse y exigir un cambio real. La seguridad no debe ser una cuestión política ni una promesa vacía; debe ser una prioridad nacional. Es hora de que los ecuatorianos se unan, de que levanten la voz y de que presionen al gobierno para que actúe con la seriedad y la urgencia que la situación requiere.
VI. La Responsabilidad Colectiva
La responsabilidad no solo recae en el gobierno, aunque ciertamente son ellos quienes deben garantizar la seguridad de todos los ciudadanos. Pero el cambio también debe venir desde la sociedad misma. No podemos seguir esperando soluciones mágicas ni discursos vacíos. La violencia se combate con educación, con oportunidades, con un sistema judicial que funcione y con la voluntad de todos los sectores del país para erradicar la impunidad y la corrupción. La seguridad es responsabilidad de todos.
Conclusión
El 27 de julio no fue solo una tragedia más; fue el reflejo de un país que ha perdido el rumbo en su lucha contra la violencia. Mientras el gobierno de Noboa continúa con su relato de progreso y control, la realidad es que Ecuador vive sumido en el caos. Las masacres, la inseguridad, la corrupción y la impunidad son las verdaderas historias que definen el día a día de millones de ciudadanos. El gobierno, con su indiferencia, no ha hecho más que sembrar un terreno fértil para el crecimiento de la violencia. Si no reaccionamos ahora, si no exigimos que el Estado cumpla con su responsabilidad, el futuro será aún más oscuro. La verdad es clara: si seguimos permitiendo que la mentira gobierne, seremos nosotros quienes paguemos el precio más alto. Es hora de despertar. Es hora de exigir justicia.
Dr. Ney Briones Zambrano.
Director Ejecutivo Movimiento Pluricultural Quinta Región.