El PP en el Senado: incendios, humo y propaganda
Cómo los populares convierten la tragedia en un espectáculo político para tapar sus propias culpas
Contextualización
España vuelve a enfrentarse a un verano en llamas. La peor ola de incendios forestales desde los años noventa devora miles de hectáreas, obliga a evacuar pueblos enteros y genera pérdidas económicas y ambientales incalculables. Según informes del Ministerio para la Transición Ecológica (MITECO), las llamas han arrasado más de 50,000 hectáreas en tan solo el último mes, y el costo de los daños supera los 100 millones de euros.
Los equipos de emergencia trabajan sin descanso, pero a menudo lo hacen con recursos insuficientes. Brigadistas forestales han denunciado la precariedad de sus contratos y la falta de formación continua, un factor que agrava la crisis. Los bomberos forestales, muchas veces trabajando con equipos obsoletos, se enfrentan a condiciones extremas y falta de apoyo logístico adecuado.
Mientras los bosques arden, también lo hace la política. El Partido Popular (PP), con mayoría absoluta en el Senado, ha convocado a cuatro ministros del Gobierno central —Fernando Grande-Marlaska (Interior), Margarita Robles (Defensa), Teresa Ribera (Transición Ecológica) y Luis Planas (Agricultura)— para exigirles explicaciones urgentes.
Aunque este gesto podría parecer firme y responsable, en realidad encierra una maniobra política: distraer a la opinión pública de la gestión deficiente que los presidentes autonómicos del PP —Isabel Díaz Ayuso (Madrid), Juanma Moreno (Andalucía), Alfonso Rueda (Galicia), María Guardiola (Extremadura) y Alfonso Fernández Mañueco (Castilla y León)— han realizado en la prevención y combate de los incendios, competencias que son, de hecho, responsabilidad de sus propios gobiernos.
I. El Senado como teatro de verano
El Senado, convertido en un escenario político vacío la mayor parte del año, se reabre en pleno agosto a golpe de mayoría absoluta. Los populares lo presentan como un gesto de “urgencia” y compromiso con la ciudadanía. Sin embargo, la urgencia no parece estar en reforzar los retenes, mejorar la coordinación autonómica o aumentar los recursos para la extinción, sino en generar titulares contra el Ejecutivo de Pedro Sánchez.
La jugada es astuta: convocar a cuatro ministros en plena crisis de incendios, cuando la sociedad está pendiente del fuego real, no del fuego cruzado político. Al centrarse en la acusación al gobierno de Sánchez, el PP convierte la tragedia en espectáculo parlamentario, donde lo importante no es apagar incendios, sino encender focos mediáticos.
A pesar de que la crítica parlamentaria se presenta como urgente y necesaria, es evidente que el PP no está pidiendo respuestas a las comunidades autónomas gobernadas por ellos, donde recaen la mayor parte de las competencias en materia de prevención y extinción de incendios.
II. Competencias autonómicas: la realidad que el PP oculta
Es importante recordar que la gestión y prevención de incendios forestales es competencia directa de las comunidades autónomas. El Gobierno central puede coordinar y reforzar con medios aéreos, militares o brigadas estatales, pero las decisiones estratégicas y presupuestarias dependen de los gobiernos regionales.
Cada comunidad autónoma presenta una realidad distinta, con distintos modelos de gestión. A continuación, se destacan las críticas hacia las políticas autonómicas que, lejos de mejorar la prevención, la complican:
Castilla y León (Mañueco): Recortes en personal y medios, brigadistas temporales con contratos precarios y falta de planificación forestal. Según los informes de Greenpeace, esta comunidad es una de las más afectadas por la falta de inversión en políticas de prevención y por la deforestación descontrolada.
Andalucía (Juanma Moreno): Privatización parcial de servicios, reducción de plantillas estables y denuncias de bomberos forestales sobre precarización. En el caso de Andalucía, la externalización de los servicios ha generado una respuesta más lenta y menos eficiente ante el avance de los incendios.
Galicia (Rueda): Dependencia del eucalipto, que actúa como gasolina en el monte, y ausencia de un modelo forestal sostenible. Galicia ha sido uno de los puntos más críticos este verano, con una de las mayores tasas de incendios debido a la falta de planificación forestal.
Madrid (Ayuso): Débil inversión en prevención y prioridad absoluta al urbanismo especulativo, que favorece incendios como antesala de la recalificación de terrenos. La Comunidad de Madrid ha sido objeto de críticas por sus políticas urbanísticas que no priorizan la protección medioambiental.
Extremadura (María Guardiola): La comunidad no está exenta de críticas. En Extremadura, aunque la gestión es del PSOE, los incendios también han afectado gravemente a la región. Los recursos para la prevención forestal siguen siendo insuficientes, y los testimonios de los brigadistas son elocuentes: la falta de herramientas adecuadas y la presión constante sobre los equipos están llevando a un desgaste insostenible.
El PP, en lugar de asumir esta responsabilidad, prefiere trasladar el foco hacia el Gobierno central. Se acusa a Sánchez de no estar “a la altura”, pero son las autonomías populares quienes han fallado en la primera línea de defensa.
III. Ministros como chivos expiatorios
Grande-Marlaska, Robles, Ribera y Planas serán interrogados como si fueran responsables únicos de la tragedia. Sin embargo, el Gobierno central no contrata brigadistas en León, ni diseña planes de reforestación en Galicia, ni destina los presupuestos autonómicos de prevención en Madrid o Andalucía.
Sí, Interior coordina a la UME, Defensa despliega medios militares, Transición Ecológica gestiona brigadas estatales de refuerzo, y Agricultura coordina la protección del medio rural, pero eso no sustituye la obligación autonómica. El PP lo sabe, pero le conviene ignorarlo: culpar a Sánchez vende más que reconocer la propia incompetencia.
Además, mientras se señala al Gobierno central, no se habla de la falta de coordinación entre las comunidades autónomas y del poco interés en mejorar la infraestructura y el presupuesto dedicado a la prevención. La gestión fragmentada entre las autonomías populares, cada una con su propia estrategia y recursos, no solo limita la eficiencia, sino que también impide un enfoque común ante la crisis.
IV. El humo político y la precariedad real
Mientras el PP exige “medios sin precedentes” al Gobierno, las plantillas autonómicas denuncian condiciones indignas: contratos de tres meses, falta de formación continua, y equipos deficientes. La paradoja es obscena: los mismos gobiernos regionales que recortan en prevención son los que acusan al Ejecutivo central de “dejadez”.
El humo de los incendios se mezcla con el humo político: propaganda que busca confundir, tapar y desplazar culpas. Y en ese humo, las víctimas —los brigadistas mal pagados, los vecinos evacuados, los bosques calcinados— quedan invisibles.
La falta de inversión en personal y medios adecuados ha puesto en riesgo tanto a los profesionales como a las poblaciones afectadas. La narrativa política del PP ha dejado fuera a los auténticos protagonistas: los brigadistas que arriesgan sus vidas en condiciones extremas sin el apoyo necesario.
V. El otro fuego: especulación y modelo de territorio
Los incendios no son solo una catástrofe natural. También son el resultado de un modelo territorial y económico. Tras el fuego, surge la sospecha de siempre: recalificación de terrenos, proyectos urbanísticos, expansión de infraestructuras.
El PP, con su visión cortoplacista y su alianza con intereses privados, ha convertido el territorio en mercancía. La especulación urbanística no se apaga con agua: se alimenta de las cenizas. Y mientras tanto, se repite la narrativa del enemigo externo: el Gobierno central.
En este contexto, el futuro de los territorios rurales está en peligro. La expansión desmedida de urbanizaciones, infraestructuras y actividades económicas sin la adecuada planificación forestal es un factor clave en la alta vulnerabilidad de las zonas afectadas por los incendios.
VI. Una ciudadanía que merece algo mejor
La población española no necesita más espectáculos parlamentarios. Necesita prevención seria, políticas ambientales coherentes y una apuesta firme por la dignificación del trabajo forestal. El fuego exige ciencia, inversión y planificación, no titulares.
Pero el PP, atrapado en su propia maquinaria propagandística, sigue optando por el humo. La tragedia de los incendios, en sus manos, deja de ser una crisis ambiental para convertirse en arma política. Y eso, más que irresponsable, es obsceno.
Conclusión
El PP pretende presentarse como el cortafuegos de la nación, pero en realidad es parte del incendio. Su estrategia no es proteger a los ciudadanos, sino protegerse de sus propias culpas. Mientras acusan al Gobierno central, ocultan la verdad: las comunidades autónomas que gobiernan han fracasado en la gestión de la crisis.
El verano de 2025 nos deja una lección amarga: el fuego arrasa bosques y pueblos, pero también desnuda la política del oportunismo. Entre el humo y las cenizas, el PP nos muestra lo que realmente es: un partido dispuesto a usar la tragedia como decorado de su propaganda.
✍️ Dr. Ney Briones Zambrano
Red Conecta Ecuador Noticias / Substack
Director Ejecutivo Movimiento Pluricultural Quinta Región
Bibliografía
Ley de Montes, BOE, últimas actualizaciones.
Datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), 2023–2025.
Informes de Greenpeace España sobre incendios forestales.
Declaraciones de brigadistas forestales recogidas en medios nacionales (El País, El Diario, La Vanguardia, agosto 2025).