Adultos sin tiempo, jóvenes sin rumbo: el colapso silencioso de la atención
Una crítica al modelo de productividad y el impacto de la economía de la atención en nuestras vidas cotidianas
Contextualización: la atención como campo de batalla
Vivimos en una era donde prestar atención se ha convertido en un lujo. Lo que antes era un recurso natural de la mente —el simple acto de enfocarse— ahora parece una habilidad escasa, casi exótica. Nunca antes en la historia tuvimos tanto acceso a información, estímulos, entretenimiento, notificaciones y exigencias. Y, paradójicamente, nunca habíamos estado tan distraídos.
Los adultos están atrapados en rutinas sin tregua, esclavizados por agendas infinitas, plataformas de trabajo, y la presión constante de "ser productivos". Los jóvenes, mientras tanto, crecen en un entorno saturado de opciones, estímulos digitales y promesas vacías, sin una brújula clara que los oriente.
En este artículo analizamos cómo el modelo de productividad moderno y la economía de la atención están fracturando nuestra capacidad de enfocarnos, decidir con claridad y encontrar dirección en la vida. No es solo una crisis personal; es una crisis cultural y colectiva.
I. El mito moderno de la productividad infinita
En el imaginario contemporáneo, ser productivo no es una opción: es una obligación.
Frases como “haz más con menos” o “el tiempo es oro” se han convertido en mandamientos modernos. La productividad ya no se mide por lo que haces, sino por cuánto puedes hacer sin detenerte. Y si colapsas, siempre hay un podcast, un curso o una app que promete devolverte al juego.
Esta glorificación del rendimiento continuo ha dado lugar a la llamada “cultura del hustle”, donde trabajar sin descanso no solo es normal, sino admirable. En este modelo, el descanso es sospechoso, el silencio es incómodo, y la pausa se interpreta como pereza.
Como advierte el filósofo Byung-Chul Han en La sociedad del cansancio, hemos pasado de una sociedad disciplinaria a una sociedad de rendimiento, donde el individuo se explota a sí mismo creyendo que se realiza. El problema no es la productividad en sí, sino haberla convertido en una identidad totalizante, incompatible con el equilibrio mental y emocional.
II. La economía de la atención: cuando todo compite por tu mente
Hoy, nuestra atención es un producto en subasta.
Cada vez que abrimos el celular, entramos a un campo de batalla donde miles de empresas, marcas, influencers y plataformas compiten para capturar nuestros segundos de enfoque. A esto se le llama economía de la atención: un modelo basado en captar y retener nuestra mirada para monetizarla.
Como advierte James Williams, investigador de Oxford y ex diseñador de Google, este sistema no está diseñado para educar o inspirar, sino para interrumpirnos constantemente y explotar nuestras vulnerabilidades cognitivas. Las plataformas están optimizadas para el clic fácil, el impulso inmediato, y el ciclo eterno de dopamina.
No es que las personas sean perezosas o desinteresadas. Es que el sistema ha sido diseñado para dispersarnos, interrumpirnos, y agotarnos.
III. Adultos sin tiempo: la ilusión del control
Los adultos, sobre todo en contextos urbanos, enfrentan una paradoja cruel: tienen más herramientas que nunca para organizar su tiempo (agendas digitales, recordatorios inteligentes, asistentes virtuales), pero cada vez tienen menos tiempo real.
El trabajo invade la vida privada. El descanso se convierte en multitarea. Y la hiperconexión genera una fatiga cognitiva que impide disfrutar incluso de los momentos libres. Vivimos ocupados, pero no enfocados. Hacemos mucho, pero sentimos que no avanzamos.
Este agotamiento no es solo físico; es también una crisis de sentido. Como señala la American Psychological Association, la falta de descanso y la sobre exigencia constante pueden conducir a estados de ansiedad, despersonalización y desconexión emocional.
IV. Jóvenes sin rumbo: una generación de estímulos sin dirección
Mientras los adultos se ahogan en la urgencia, muchos jóvenes navegan en la dispersión.
Crecen en un mundo donde el acceso a información es instantáneo, pero la construcción de sentido es cada vez más difusa. En lugar de caminos claros, encuentran infinitas opciones. En lugar de mentores, influencers. En lugar de tiempo para explorar, una carrera contra el algoritmo.
Diversos estudios internacionales muestran un aumento en la sensación de incertidumbre entre los jóvenes frente al futuro laboral, económico y existencial (OCDE, 2023). A esto se suma el peso de la comparación constante, la necesidad de validación pública, y la presión de "tener éxito" antes de los 25.
El resultado es una generación sobre estimulada pero desorientada, no por falta de talento, sino por falta de espacio para pensar, equivocarse, aburrirse y descubrirse.
V. El impacto invisible: ansiedad, apatía y pérdida de propósito
La pérdida de la atención no solo afecta nuestra productividad, sino nuestra salud mental y sentido de propósito. La dificultad para concentrarse, tomar decisiones o terminar tareas genera frustración, ansiedad y sensación de inadecuación.
Según estudios de la Universidad de Stanford, la multitarea digital frecuente reduce la eficiencia cognitiva y afecta la memoria de trabajo (Ophir, Nass & Wagner, 2009). Esta fragmentación de la atención deteriora la capacidad de reflexión profunda y debilita nuestra conexión con los propios deseos y objetivos.
El efecto más preocupante es la desconexión con uno mismo. Cuando no podemos detenernos a pensar qué queremos, a dónde vamos o por qué hacemos lo que hacemos, aparece el vacío. Y ese vacío, tarde o temprano, duele.
VI. Hacia una cultura de la atención consciente
Salir de esta crisis no es sencillo, pero es posible. Requiere un cambio cultural y personal. Algunas claves:
Revalorizar la pausa. El descanso no es un lujo, es una necesidad biológica y emocional.
Rediseñar nuestra relación con la tecnología. No se trata de desconectarse del mundo, sino de reconectar con uno mismo.
Educar la atención desde pequeños. Enseñar a concentrarse es tan importante como enseñar matemáticas.
Replantear el éxito. Nuevas métricas: no cuánto haces, sino cómo vives lo que haces.
Recuperar el aburrimiento. Es en la quietud donde nace la creatividad y el pensamiento profundo.
Crear una cultura de la atención es una tarea colectiva. Familias, escuelas, empresas, medios y gobiernos tienen un papel en este cambio. No se trata de volver al pasado, sino de imaginar un futuro donde estar presente no sea un privilegio, sino una práctica cotidiana.
Conclusión: volver a mirar hacia dentro
No estamos fallando como individuos. Es el modelo el que necesita revisión. Un sistema que agota a los adultos y desconcierta a los jóvenes no es sostenible. Y aunque no podemos apagar el mundo, sí podemos crear espacios, hábitos y relaciones donde la atención vuelva a ser un acto humano, no un recurso explotable.
La atención no es solo concentración. Es cuidado, presencia, escucha, dirección. Recuperarla es un acto de resistencia y de amor propio. Y quizá, en medio del ruido, recordar eso sea el primer paso hacia un nuevo comienzo.
Dr Ney Briones Zambrano.
Redactor Red Ecuador conecta noticias /Substack
Difusor científico.
Bibliografía
Newport, C. (2016). Deep Work: Rules for Focused Success in a Distracted World. Grand Central Publishing.
Odell, J. (2019). How to Do Nothing: Resisting the Attention Economy. Melville House.
Williams, J. (2018). Stand Out of Our Light: Freedom and Resistance in the Attention Economy. Cambridge University Press.
Han, B. C. (2015). La sociedad del cansancio. Herder Editorial.
Harris, T. (2020). The Social Dilemma [Documental]. Netflix.
Ophir, E., Nass, C., & Wagner, A. D. (2009). Cognitive control in media multitaskers. PNAS, 106(37), 15583–15587.
American Psychological Association (2020). Digital Media Use and Mental Health.
OECD (2023). Youth and the Future of Work: Trends and Policy Responses.